Hacer una lista de “las 5 mejores sillas de madera” se nos antoja realmente complicado, así que nos limitaremos a nombrar cinco sillas icónicas que han soportado estoicamente el paso del tiempo, sin más rasero que su belleza totalmente subjetiva.
Es imposible hacer esta lista sin nombrar a Thonet. Hasta la primera mitad del siglo XIX las sillas se fabricaban una a una, de forma totalmente artesanal. Hasta que llegó el austriaco Michael Thonet. Sus sillas de madera moldeada fueron toda una revolución en la época por los procesos de fabricación empleados que permitían una producción en masa. Su silla modelo 14, fabricada en 1867, fue la primera en ser ensamblada mediante tornillería, lo que la hacía robusta. Así que tenemos una silla barata por su fabricación en masa, robusta por usar tornillos en vez de pegamento y de madera curvada por el proceso de fabricación elegido. Y bonita, muy bonita. Se dice que fue la primera silla en ser utilizada por reyes y obreros. El resultado: rotundo éxito de ventas y lugar privilegiado dentro de la historia del diseño. No es para menos.
Unos años después, en 1925, Ferdinand Kramer imaginó una silla elegante, arquetípica y maravillosamente simple: la FK02 Karnak. Contaba con un respaldo curvo y un asiento de tejido que se entrecruzaba, logrando una considerable comodidad. Desde el año 2012 la empresa alemana e15 comercializa una reedición de este icono.
Otra gran reedición de una pieza clásica es la que fabrica la empresa danesa Fredericia de la silla J39, diseñada por Børge Mogensen en 1947. Desde entonces se fabrica ininterrumpidamente y ha sufrido muy pocas variaciones. Le sobran: su rotunda sencillez no envejecerá nunca.
Nos vemos en la necesidad de repetir diseñador y empresa para las dos últimas sillas, pero es que hablamos del gran Hans J. Wegner.
Este carpintero danés es considerado por muchos como el “maestro” de las sillas. Diseñada en 1949, su silla CH24 Wishbone Chair para Carl Hansen & Son, oculta fuerza y funcionalidad tras una apariencia delicada y elegante.
Pocos años después, en 1962, Wegner lo volvió a hacer. Su silla CH37 muestra la influencia Shaker en sus líneas limpias y rigurosas y le ha valido un hueco en los mejores museos de diseño.
«Una silla no debe tener una parte trasera. Debe ser hermosa por todos sus ángulos y lados.»
(Hans J. Wegner)