Se trata de la energía renovable más utilizada en toda Europa por delante de la energía solar fotovolcaica y de la energía eólica. El uso de combustibles de madera está aumentando. Es usado por las familias, industrias y empresas y su consumo va aumentando de forma constante.
Para los países que están en desarrollo especialmente, la madera es una fuente vital para las familias. Se ha demostrado que es una gran fuente de energía para América Latina, Asia y África utilizándose tanto en el sector industrial como en el doméstico.
Por su parte, Europa también consume grandes cantidades de pallets de madera. En el año 2012, se consumieron 13 millones de toneladas. Europa no está produciendo suficiente madera para abastecer a todo el continente por lo que ya desde hace años, se está empezando a importar grandes cantidades de madera, especialmente a Canadá y América Latina.
La energía basada en el combustible de la madera ha sido objeto de numerosos estudios, y aunque hay mucha polémica en torno a la cuestión de si realmente es eficiente debido a las grandes cantidades de dióxido de carbono que se emite en sus procesos; todos coinciden en que, en la práctica, un modelo que combine la quema de biomasa sólida junto con una cosecha combinada de la madera pueden ser tanto sostenibles como generar ingresos. Es decir, teniendo en cuenta que la madera utilizada en una central eléctrica procede de bosques bien gestionados, el carbono que saldrá de las chimeneas se compensa con los árboles que se van plantando. Aunque la neutralidad del carbono dependerá también del tipo de bosque, si se utiliza viruta o el árbol entero, la rapidez en que crezcan los árboles…
Así pues, con un control de los procesos de la obtención de la biomasa y compensando el dióxido con plantaciones de árboles ya que estos absorben CO2 del aire a medida que crecen, podemos conseguir de forma sostenible combustible de biomasa.