La moda de las casas ecológicas surgió hace relativamente pocos años, con la llegada de una conciencia social hacia la sostenibilidad derivada de las ya visibles consecuencias del cambio climático. Sin embargo, en Islandia, las casas sostenibles han constituido un modelo de vida hasta el siglo XIX. Las llamadas casas de césped tuvieron su origen en el norte de Europa en torno al siglo IX, sin embargo, es en Islandia donde más proliferaron debido a su funcionalidad. El uso de estas casas (sobre todo entre las clases bajas) en Europa fue debido a su bajo coste y a la facilidad de conseguir los materiales constructivos, aunque en Islandia eran utilizadas tanto por jefes como por campesinos, ya que era la forma más efectiva de combatir las gélidas temperaturas inferiores a los 50 grados bajo cero que se dan en el país.
Se trata de casas cuyas paredes y techo son de césped, mientras que los marcos y fachadas de la casa se componen de madera. A menudo también se usaban piedras para las paredes y como ayuda para sostener la casa. En aquella época, la madera era un bien escaso en Islandia, y se conseguía gracias a las maderas recogidas en la orilla de la isla provenientes de naufragios y restos que varaban por el mar hasta acabar en las costas, por ello sólo se utilizaba para la estructura. Además, la madera a la que sí tenían acceso en la zona era de mala calidad para la construcción, por lo que se desechaba su uso para las edificaciones.
La funcionalidad de las casas de césped radicaba en el uso de la tierra como el mejor aislante natural manteniendo la temperatura interior de la casa estable. A su vez, el uso de piedras en las paredes hacían que éstas retuvieran el calor durante el día para así desprenderlo poco a poco de noche. Esta inercia térmica era también utilizada por el césped para ayudar a mantener el interior de la casa habitable y protegida del frío invierno islandés.
Se trata de un claro ejemplo de construcción sostenible con materiales del entorno, que evita cualquier consumo energético y donde se aprovechan los materiales que ya nos proporciona la propia tierra, sirviendo además para una climatización natural y evitando también el transporte de materiales.