Como un cubo de madera gigante caído del cielo yace el Hotel Kežmarské Hut en las eslovacas montañas del Alto Tatra, el sector más alto de Los Cárpatos. Está diseñado para fundirse con el entorno, un entorno de cumbres casi inexpugnables donde la nieve tiñe la estampa la mayor parte del año.
Aportando esa calidez necesaria en una zona de frío extremo, observamos a la madera omnipresente en todos los interiores de esta maravilla arquitectónica que, desafiando a la gravedad, parece posarse únicamente sobre una arista. Esa sensación de prisma ladeado se aprecia precisamente en los interiores, cuyos techos de madera acaban en forma de pirámide desigual. También las paredes carecen de rectitud aportando dinamismo a la arquitectura interior.
Pero si la madera puebla completamente los interiores del Hotel Kežmarské Hut en suelos, revestimiento de paredes y mobiliario, son el vidrio y el aluminio los materiales que predominan en el exterior de este albergue de Eslovaquia. El vidrio está presente en las decenas de ventanas de las que consta la estructura, dotando al hotel de preciosas vistas a la montaña más pura.
La fachada, en cambio, es de aluminio, como un prisma enorme de metal. Este material consigue reflejar el entorno, creando un juego de luces y sombras que varía según el impacto del sol.
Destaca también la utilización de paneles solares. El sol da belleza al diseño, pero sobre todo es clave para lograr la eficiencia energética, muy importante a más de 2.500 metros de altura. La forma y orientación del edificio permiten la recepción de rayos de sol durante todo el día, tanto al norte, como al sur.
El estudio de arquitectura Atelier 8000 diseñó este sorprendente proyecto de arquitectura. Tan sólo los más osados alpinistas tienen la suerte de conocerlo.